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lunes, 11 de agosto de 2025

María Alejandra Barone: “Yo no sé si algunos chicos con los que trabaje están vivos”

 

María Alejandra Barone, nieta, hija y madre de dos hijos. Nacida en Alberti, vivió prácticamente toda su vida allí. Momentáneamente se fue a estudiar, pero rápidamente volvió a su hogar natal.

Infancia / Adolescencia

¿Qué recuerdos te marcaron en la infancia?
"Uno de los recuerdos que más me marcó fue cuando empecé primer grado en la escuela primaria, porque prácticamente me quedé sola. Todos mis “amiguitos” de jardín quedaron en el otro curso, y es algo que realmente me marcó."

Debe haber otro recuerdo que te haya marcado además de eso.
"Otra de las cosas que me marcó fue cuando nos mudamos a la casa actual de mi mamá. Antes vivíamos con mi abuela, y nos mudamos a la casa en la que actualmente vive ella con mi hermano. Éramos un montón en esa casa: mi abuela Raquel, mi tía Susana, mi tío Julio, además de mi mamá, mi papá y mis dos hermanas."

¿Tuviste una vida difícil en tu juventud/adolescencia?
"Yo tenía traumas, quizás, porque no me aceptaba como era en ese momento. O sea, no me aceptaba por quien yo era realmente."

¿Qué te motivó a ser docente o qué te atrajo de la carrera?
"Siempre me gustó ser docente desde chica y, cuando llegó el último año, averigüé sobre las carreras de docencia para sordos, pero nunca llegué a estudiarlas. Sin embargo, cuando empecé a estudiar los primeros años de educación especial, encontré la especialización en neuromotores y me enamoré de esa carrera en particular. Decidí estudiarla."

¿Cómo fue tu experiencia como alumna? ¿Te motivaron los profesores de secundaria?
"No, no me motivaron para mi carrera de docente. Los profesores eran muy estrictos, yo cruzaba los dedos para que ninguno me señalara y me hiciera hablar."

¿Y vos cómo eras como estudiante?
"Tuve una experiencia normal, siempre traté de cumplir todo lo que pedían. Hacía lo que tenía que hacer. Solamente cumplía con mis deberes."

¿Y como estudiante ya en el terciario?
"Recuerdo una experiencia: mientras estaba estudiando la carrera, nos llevaron a un centro donde había chicos con discapacidades que nunca había visto. Algunos estaban en incubadoras, o sea, siempre acostados en la cama sin moverse ni responder a estímulos exteriores. Eran pacientes con parálisis motora severa. Había de todas las edades. Eso me motivó principalmente a estudiar."

"En cuanto a los profesores, había varios que realmente te enseñaban y de los cuales uno aprendía. Y otros que no lograban ese objetivo de enseñar".

Adultez

¿Cuál fue tu primer trabajo?
"Mi primer trabajo fue en Moreno como docente integradora —lo que hoy se llama inclusiva—, y me tocó ir a una de las villas de Moreno. Tenía que entrar a una villa llamada Catonas: para llegar a la escuela había que cruzar todo el barrio, y asistir era sobrevivir. En ese momento no lo pensé demasiado porque necesitaba trabajar, realmente nunca llegué a dimensionar el peligro que pasaba cada vez que entraba a ese barrio para ir a la escuela."

                         Alejandra y su hija en la Escuela de Discapacidad de Moreno
                                           







¿Qué papel jugaron tu mamá y tu papá en esos primeros años?
"Mis dos padres me acompañaron y estuvieron siempre pendientes de mí en todas las decisiones que tomé. Si fuera por ellos, no me dejaban ir a trabajar ni a estudiar allí, pero sabían que era lo que me gustaba y me apoyaron a pesar de todo."

¿Cómo era un día típico en esa época?
"Cuando me vine a vivir a Alberti, Delfina tenía 2 años. Después me iba en moto hasta la YPF, cruzaba la ruta y hacía dedo en la rotonda hasta Moreno. Muy pocas veces llegaba tarde. Allí me bajaba, y tenía que caminar 15 cuadras. Llegaba a Alberti a las 4 de la tarde. Después de eso, lo que me quedaba del día lo dedicaba a cuidar a mi hija."
—Responde Alejandra, con un tono algo emocionado, probablemente a causa de revivir recuerdos enterrados hace mucho tiempo.—

 Alejandra junto a sus alumnos 







¿Viviste una situación de peligro o algo que te marcara durante estos viajes?
"El último día que iba a Moreno, en la esquina de la escuela, un tipo se me acercó y me pidió el celular y la plata. Yo le dije: “El celular no te lo voy a dar” y le di la plata que tenía. Como empezaba a salir gente, se asustó y salió corriendo. Para mí estaba drogado. —Responde con cierto tono jocoso y sonriente."

'Viajé a dedo durante unos 2 años, hasta que conseguí el traslado a Bragado. A mitad de año, viajando y ya saliendo de Bragado, tuve un accidente en la entrada de Mechita: un auto cruzó para entrar a la ciudad, impactó del lado mío y el vehículo en el que iba dio tres vueltas en el aire. Salí prácticamente ilesa; el conductor también, por suerte. Yo lo sentí como un silencio total, solo percibía que daba vueltas y lo único en lo que podía pensar era: “Que no me pase nada, porque mi hija me espera en casa.”'

¿Cuáles fueron tus mayores logros?
"A mí me marcó un nene cuya mamá me contó su historia. Hasta los 5 años había sido un niño normal. El día de su cumpleaños estaban preparando la comida, y él quiso ver cómo decoraban su torta. En ese momento se le cayó encima una olla de agua caliente. El agua le cayó en la cara y también entró por su boca, quemándolo internamente. Estuvo en terapia intensiva con respirador. En un momento, el oxígeno se apagó, y pasaron minutos que provocaron la muerte de neuronas. El nene pasó a tener una discapacidad múltiple. Viajaba en colectivo para ir a la escuela. Yo le saqué una foto. Trabajé dos años con él y, después de mucho tiempo, un día me regaló una sonrisa. Para mí, eso fue un gran logro."

¿Cómo trabajas con un niño que carece de todos los sentidos menos el tacto?
"Para que vaya asociando, se trabaja con texturas. Por ejemplo: si toma con sonda, que toque la sonda para que asocie que es la comida. Si le vas a cambiar el pañal, lo haces tocando el pañal para que sepa lo que está pasando. Es fundamental trabajar también con la familia."

¿Cómo vive un niño en estado severo, que apenas se mueve y que no reacciona ni siquiera a los estímulos?
"En algunos casos severos se trata simplemente de cuidarlos hasta que digan basta… hasta que aguante el corazón. Es lo único que se puede hacer por ellos."

¿Hay chicos que vivían en hogares porque necesitaban cuidados especiales?
"Sí, hay familias que los tienen en sus casas y trabajan con sus articulaciones, llevándolos a kinesiología. A veces lo hacen en los centros y otras veces en el hogar, salvo que requieran cuidados muy especializados."

Los casos de discapacidad suelen resaltarse más en familias de bajos recursos. ¿Has trabajado con niños de familias con mucho dinero?
"Sí, trabajé con una familia que tenía una hija única con discapacidad. Eran muy adinerados y crearon una asociación en su nombre para ayudar a otros niños con discapacidad. Nunca la dejaron atrás: si viajaban, la llevaban siempre con ellos."

¿Dónde terminan estos chicos, ya de adultos, cuando sus tutores mueren y no tienen a nadie que los cuide?
"Esta asociación se preguntaba lo mismo: dónde caían estos chicos cuando crecían y sus padres morían. Muchos quedaban siempre en hogares, pero lo cierto es que las personas con discapacidades neuromotoras tampoco suelen tener una vida tan larga como los demás. Los que tienen discapacidades intelectuales sí, como los que presentan síndrome de Down, pero los neuromotores no. Yo ni siquiera sé si algunos chicos con los que trabajé siguen vivos."

Una vez, una persona con la que viajaba a dedo me dijo: “¿No te da miedo hacer dedo sola?”
'Yo le respondí: “Sí, pero lo hago con placer porque tengo a mi hija. Trabajo con nenes con discapacidad y siento que debo agradecerles dedicándome a ellos.”'

¿Cómo es tu vida actual en comparación con esa etapa?
"Hoy puedo trabajar en mi ciudad, no corro peligros y disfruto de mis dos hijos en paz."



Su historia es la de alguien que nunca dejó de luchar por lo que amaba: enseñar, acompañar y dar esperanza a quienes más lo necesitaban. Hoy, rodeada de sus hijos y con la tranquilidad de poder disfrutar de la vida cotidiana, Alejandra se permite mirar hacia atrás con gratitud.

En sus palabras, queda claro que el verdadero sentido de su vocación no estuvo en los títulos ni en los cargos, sino en esas pequeñas victorias que marcaron la diferencia en la vida de sus alumnos. Una sonrisa, un gesto de reconocimiento, un niño que pudo aprender a asociar el mundo a través del tacto: esos son los logros que atesora.

Así, su recorrido deja una enseñanza poderosa: la vida puede ser dura, pero siempre vale la pena cuando se la dedica con amor, resiliencia y entrega hacia los demás.





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