¿Alguna vez tuviste miedo por cruzarte a un desconocido en la calle? ¿Alguna vez discriminaste la forma de vestir del otro o su forma de hablar? ¿Alguna vez te alejaste de la persona porque tenía mal olor?
Inconscientemente juzgamos y discriminamos a las personas por su apariencia, o de donde proviene, y por el simple hecho de ser “distinto”.
No pensamos que tal vez esa persona no tiene los recursos al igual que nosotros. Que tal vez si tiene su ropa sucia es porque estuvo trabajando todo el día para alimentar a su familia, si una mujer viste algo que está pasado de moda es porque no tiene otra cosa que ponerse y no puede comprar, si no habla adecuadamente es porque no pudo terminar la primaria para poder trabajar.
Miramos hacia otro lado, solo nos fijamos en nosotros, nuestros padres pudieron darnos lo que queríamos (o a lo mejor lo que pudieron) pero nunca nos ponemos en el lugar del otro, lo que nos falta es empatía. Podemos dañarnos con un simple comentario, o una mirada soberbia y con desprecio.
El mundo puede ser otro si hay menos dedos apuntando y más solidaridad.
Un ejemplo de esto es la historia de vida de César Gonzáles, conocido como su nombre artístico Camilo Blajaquis que hoy en día es un poeta y director de cine. Él nació en una villa de Morón, su familia era humilde, el cual era el mayor de ocho hermanos. El luchó contra la exclusión económica, cultural y simbólica. Lo miraban con desprecio, lo llamaban “el negro chorro”. Para sobrevivir robaba, salía a mendigar, revisaba bolsas de basura y juntaba botellas. Ninguna persona hasta ese momento le ofreció ayuda, solo era discriminado por la sociedad.
Todo cambio cuando ingresó a una cárcel (por drogas y delincuencia). Mientras cumplía su condena, gracias a la ayuda de su profesor de taller Patricio Montesano comenzó a acercarse a la lectura y a interesarse por temas políticos, filosóficos y por obras poéticas. Su educador, no solo le enseño, sino, lo cambio como persona.
César Gonzáles: “Yo fui uno de esos pibes que estando preso pudo, paradójicamente despertar. Fue el lugar donde nunca imaginé que iba a encontrar el amor por la vida, por mí mismo, por el otro, y lo encontré en un lugar en donde el amor está prohibido, donde para sobrevivir hay que odiar…” “Creía que todo era odio, hasta que un profesor me dio unos libros y eso me cambió la vida…”
Hoy en día César publica su revista “¿Todo Piola?” en la que participan chicos que antes no sabían ni leer y da talleres de literatura en las Villas.
-“Aporto a que las personas vean de otra manera a un pibe que sale de la villa o de la cárcel” - Camilo Blajaquis.
Con un ¿Te ayudo…? ¿Te enseño…? ¿Necesitas…? Podemos cambiar la mirada y la vida del otro.
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